Mujeres lesbianas y su participación en la producción agroecológica del MST
Por Luciana G. Console
Da Página del MST
Romper con todas las cercas y cuestionar las formas de las relaciones afectivas impuestas por la sociedad para que todas y todos puedan ser quien realmente son es una lucha presente en el MST, que cuenta con la potencia de la sangre LGBT Sin Tierra en su producción agroecológica.
“Los sujetos LGBT Sin Tierra están y siempre estuvieron dentro de las estructuras organizativas del Movimiento, sean las mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales”, contó la asentada Glaucia Keli Back, de 29 años. Ella, mujer lesbiana, es coordinadora del sector de pecuaria y sustento de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Vitória (Copavi), localizada en el Asentamiento Santa María, en Paranacity, Paraná.
Glaucia cuenta que, desde la adolescencia, sabía que le gustaban las mujeres, pero sentía que eso era un error. Para mantener la heteronormatividad, estuvo varias veces con chicos antes de aceptarse como lesbiana.
Ella vive en el Asentamiento Santa María con su compañera Cristina desde 2018, pero la historia de la pareja comenzó cerca de diez años antes, cuando Glaucia realizó el curso técnico integrado en Agroecología en la escuela Milton Santos, en Maringá, donde se graduó en 2009. Ese mismo año, la relación de ellas se desarrolló y en 2011 se fueron a vivir juntas. Ambas tuvieron que enfrentar la realidad de asumirse como mujeres lesbianas ante sus familias, ante el Movimiento y también para si mismas.
“Fue un desafío tanto individual, como colectivo, pues estábamos dentro de un espacio organizativo del Movimiento, que es un centro de formación, y no se tenía el acúmulo que tenemos hoy sobre diversidad sexual e identidad de género. Los LGBT Sin Serra, en su mayoría, estaban bien escondidos dentro de los ‘armarios’. Solo cuando participé por la primera vez en uno de los Encuentros de Formación del Colectivo LGBT, en 2017, en la Escuela Nacional Florestan Fernandes, que me sentí segura para afirmarme como LGBT en espacios de nuestra organización”, compartió Glaucia.
Desde 2015, la agenda de la diversidad sexual y de género está integrada al programa de la Reforma Agraria Popular, trayendo innumerables avances para la lucha por la tierra. En los últimos períodos, el MST viene intensificando la importancia de la diversidad humana en sus espacios de formación y territorio.
Para la compañera de Glaucia, Cristina Sturmer dos Santos, de 27 años, graduada en Ciencias Económicas y actualmente tesorera de la Copavi, el proceso de aceptación familiar sobre su relación con Glaucia fue un poco menos conflictivo.
“Yo tuve un proceso de formación familiar diferente, mi familia no es tan tradicional. Entonces, ya tenía otras ideas sobre lo que podría ser una relación. Cuando encontré a Glaucia, yo me enamoré y quise construir algo con ella, pero ni pensé en lo que eso significaba. Solo lo entendí después cuando las personas nos pusieron dentro de “cajitas”, ¿no? Ese fue el proceso de descubrirme lesbiana”, dijo.
Antes de establecerse en el Asentamiento Santa María, Cris y su familia acamparon en Ibema, municipio del estado de Paraná, entre 1992 y 1996. En 2009, junto a su madre y a su hermana, contribuyeron en la Escuela Milton Santos, lugar donde ella conoció a Glaucia. Cris considera la trayectoria de su madre como un factor importante en la construcción de esa mirada de aceptación de otras formas de ver la vida.
Hija de alemanes, la madre de Cris contrarió a su familia y se encontró en espacios como el Movimiento de Mujeres Campesinas (MMC) y después el MST, donde conoció a su padre. “Glaucia y yo tuvimos suerte, creo. Hubo un momento inicial de extrañamiento e incertezas de nuestras familias, y dentro del espacio en el que estábamos, pero después, principalmente por parte de nuestras madres, tuvimos una acogida muy grande”.
La tesorera, que también hizo una maestría en Agroecología y Desarrollo Rural Sustentable, admite que, a pesar de que ella y su compañera no han pasado por procesos discriminatorios directos después del momento inicial, esto, desgraciadamente, aún sucede en los espacios del Movimiento.
Según Cris, “El MST, como cualquier otro espacio en constante espacio de crecimiento y formación, no está fuera de las relaciones del capital y de la forma como el permea las relaciones, pero con estos espacios de voz usted visibiliza la existencia de esos sujetos y las personas comienzan a percibir que eso es normal y que la sangre LGBT también es sangre Sin Tierra. El sentimiento que tenemos después de la construcción del Colectivo LGBT es que esa situación de invisibilidad está caminando hacia su fin”, señaló.
Producción agroecológica: nuevas formas de relaciones
Glaucia es nieta e hija de campesinos, herencia que la llevó a hacer el curso técnico en agroecología. Ella explica que la agroecología es más que un modo de producción, es un modo de producir la vida, pues representa la interacción del campesino con su ambiente productivo, social y cultural.
Como definición también política, en contraposición a la forma explotadora del capital, no es compatible producir agroecológicamente sin pensar en las relaciones sociales. “Por ejemplo, no se puede hacer agroecología en espacios con relaciones tóxicas, con violencia, con prejuicios y discriminación, sea racial, de género o de orientación sexual. Por eso, el proceso de transición agroecológico es múltiple y se encuentra en construcción”, señaló ella, al explicar porqué la práctica aún no alcanzó al 100% de los territorios del MST.
Sin embargo, el proceso es amplio y está en expansión. Además de las iniciativas de desarrollo de la agroecología, como cursos técnicos, el MST tiene la Escuela Latinoamericana de Agroecología, localizada en Lapa (Paraná). El Movimiento también promueve encuentros para intercambio de semillas, plántulas y conocimientos en la Jornada de Agroecología.
“En el asentamiento Santa María, donde estamos, toda el área está certificada como agroecológica y 22 familias se organizan colectivamente para producir caña de azúcar, dando un significado a esta cultura y región”, contó Glaucia. Anteriormente, el área servía para atender la demanda de los ingenios locales y hoy cuenta también con producción de leche agroecológica, hortalizas, fríjol, yuca, camote, ajonjolí, frutas y aves.
Para Cris, la presencia de las mujeres lesbianas en la producción agroecológica, y de la población LGBT en general, es una potencia muy fuerte, pues el propio movimiento agroecológico es contrahegemónico y liderado por quien está más explotado por el capital, o sea, mujeres y sujetos que no están dentro de la normatividad (hombre blanco heterosexual cis).
Como en este modo de producción la cooperación es fundamental, las deconstrucciones de las relaciones sociales deben hacerse todo el tiempo y es en estos espacios donde los prejuicios acaban siendo deconstruidos también, pues “para hacer autogestión, es necesario romper las cercas”.
Solidaridad en medio de la pandemia
Como integrantes del Movimiento, Glaucia estuvo durante nueve meses en Haití, inmediatamente después del terremoto que devastó el país, con la brigada Jean Jacques Dessalines, y Cris formó parte de la Brigada Internacional 4 de octubre, en Mozambique, en 2019.
Las dos resaltaron que la solidaridad es un pilar fundamental para el MST y destacaron las acciones que el Movimiento está realizando durante la pandemia de covid-19. Glaucia además reforzó que la pandemia evidenció aún más la necesidad del acceso a tierra, de la producción de alimentos saludables y del acceso de la población a esta comida.
“Ahora, durante la pandemia, yo veo mucho ese principio y como conseguimos concretar esa solidaridad. Que no es donar lo que sobra, sino compartir lo mejor que tenemos. Enviamos ese mensaje a la sociedad. No hay como decir que el MST no produce alimentos y usted no ve otros sectores de la sociedad solidarizándose igual que nosotros, que mostramos que es posible producir de otra forma”, puntuó ella.
“Aún hay mucho por avanzar”
El próximo sábado (29), se conmemora en Brasil el Día Nacional de la Visibilidad Lesbiana, que tuvo origen en el primer Seminario Nacional de Lesbianas (SENALE), en 1996. El evento tuvo como objetivo exponer las luchas y reivindicaciones de las mujeres lesbianas.
“Formar parte de una sociedad que mata LGBT todos los días y que invisibiliza a estos sujetos, es ser sobreviviente. Esta fecha es una oportunidad para demostrar el afecto en público, debatir una agenda por la libertad de los cuerpos, de la sexualidad”, es lo que piensa Glaucia sobre el próximo 29, Día Nacional de la Visibilidad Lesbiana en Brasil.
Para Cris, la fecha significa un momento muy importante para los procesos de desconstrucción y también para comprender que aún es necesario hablar sobre el tema. “A veces nos ubicamos dentro de unas burbujas y no conseguimos romper con ellas. Que necesitemos un día para decir que las mujeres lesbianas existen y merecen respeto es triste, pero se requiere para fortalecer nuestros procesos de lucha diaria y para decir que aún tenemos un largo camino por construir hasta romper todas las cercas que nos amarran”, finalizó ella.
*Editado por Maura Silva
**Traducción: Pilar Troya