Desde que comenzó la pandemia, MST ha donado 3.400 toneladas de alimentos

Las donaciones, que inicialmente comenzaron a hacerlas los campamentos y asentamientos, hoy integran dos campañas de solidaridad más amplias en Brasil

Por Maura Silva
De la página del MST


Este martes (8), ya son 115 días sin ministro de Salud, Brasil batió la triste marca de 127.004 fallecimientos como consecuencia del nuevo coronavirus.

En la economía, la caída de 9,7% del Producto Interno Bruto (PIB) brasileño en el segundo trimestre de 2020 es mayor que el acumulado de todas las recesiones económicas de la historia, indica levantamiento del Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getulio Vargas (Ibre/FGV).

Ante este escenario, la inseguridad alimentaria también volvió a frecuentar el país. Datos divulgados recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revelan que el hambre volvió a aumentar. De acuerdo con la organización, 37,5 millones de personas vivían una situación de inseguridad alimentaria moderada en el país en el período entre 2014 y 2016. Entre 2017 y 2019, sin embargo, ese número llegó a 43,1 millones.

En términos porcentuales, el número también subió, de 18,3% a 20,6%. A contramano de esa tragedia anunciada, la agricultura familiar, vinculada a la Reforma Agraria Popular, reafirma su papel en el combate al hambre y la desigualdad.

Desde el inicio de la pandemia el MST ha realizado acciones de solidaridad en todo el país. Hasta el momento se han donado 3.400 toneladas de alimentos en 24 estados del país: Alagoas, Bahía, Ceará, Distrito Federal, Espírito Santo, Goiás, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Maranhão, Minas Gerais, Paraíba, Pará, Paraná, Pernambuco, Piauí, Rio de Janeiro, Rio Grande do Norte, Rio Grande do Sul, Rondônia, Roraima, Santa Catarina, São Paulo, Sergipe y Tocantins.

“Las donaciones son acciones directas de diálogo entre el pueblo del campo y de la ciudad. Cada vez que tiene lugar una donación de la Reforma Agraria, llegan a la mesa de un brasileño alimentos contra el hambre y la desigualdad social por las cuales Brasil siempre pasó, pero que se intensificaron ahora en este período de pandemia”, explica Kelli Mafort, de la dirección nacional del MST.

Las acciones, que se realizan en conjunto con la Campaña Periferia Viva, constituida por el MST, Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), Movimiento de los Afectados por Represas (MAB), Levante de la Juventud, Movimiento de Trabajadoras y Trabajadores por Derechos (MTD) y Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería (MAM), y la iniciativa Vamos a Precisar de Todo Mundo, compuesta por el Frente Brasil Popular y el Frente Pueblo Sin Miedo.


Las acciones van desde donaciones de legumbres, verduras, frutas y hortalizas, pasando por raciones de comida, equipos de protección individual, productos de higiene y libros. Entre las donaciones realizadas en la última semana están la entrega de 50 raciones de comida preparada para repartidores de aplicaciones en el centro de Rio de Janeiro.

La donación de alimentos orgánicos junto con organizaciones aliadas conforma el Proyecto Zona Este Sin Hambre, además de 230 canastas de alimentos que fueron distribuidas en los barrios de la región sur de São Paulo.

En el estado de Paraná, familias del MST llegaron a 430 toneladas de alimentos donados durante la pandemia.

Quince huertas comunitarias se iniciaron en los campamentos para fortalecer las donaciones.En Curitiba, el Movimiento para personas en situación de calle y familias carentes produjo y distribuyó cerca de 12.600 raciones de comida preparada. En Santa Catarina, la donación de alimentos fue para los trabajadores del Hospital Tereza Ramos, en Lages.

Además de Brasil, las brigadas internacionalistas del MST ubicadas en Zambia, Haití y Venezuela también participan en las acciones de solidaridad.

Mafort recuerda que la pandemia de covid-19 evidenció aún más la importancia de destinar recursos a la agricultura campesina, pues ese es el único camino que garantiza la soberanía y la seguridad alimentaria para la población brasileña.

“Para que se mantenga la solidaridad y para que los productos continúen saliendo de los sembríos para llegar a las ollas vacías de la ciudad, no basta sólo buena voluntad, necesitamos políticas públicas”, finaliza Kelli.

*Editado por Fernanda Alcântara
**Traducción: Pilar Troya