Manolo de los Santos: “Nosotros necesitamos que Cuba sobreviva”
Por Laura Serguera Lio
Da Redacción Alma Mater
Cajas de cartón, paquetes envueltos en nylon, latas de atún. Dos banderas, una pancarta “To Cuba with Love”, 18 mil libras de comida y medicinas desde Miami a La Habana.
En las fotos, también, un puñado de activistas en el aeropuerto internacional José Martí. Son los mismos que meses atrás coordinaron la campaña Jeringas para Cuba, con la cual grupos estadounidenses recaudaron más de 500.000 dólares para comprar y enviar esos insumos a la Isla. Ahora, donde decía Jeringas se lee Alimentos.
Recibe el Centro Memorial Martin Luther King, entregan CodePink y Puentes de Amor. Coordina The People’s Forum. En representación de cada una de esas organizaciones: Carlos Lazo, Medea Benjamin, Manolo de los Santos.
Este último, director ejecutivo de The People’s Forum, es quizás el menos conocido de los tres en nuestro país; sin embargo, diez días después de traer la carga humanitaria, vuelve a la capital caribeña, esta vez con la Caravana de Pastores por La Paz.
Entre ambos viajes, Alma Mater se comunicó con él.
¿Cuál es su vínculo con Cuba?
Manolo de los Santos: Mi vínculo con este país comienza por lo familiar y emotivo. Crecí en una familia de comunistas dominicanos, algunos incluso fueron recibidos en Cuba durante la dictadura que existió en mi país por muchos años. Ellos formaron en mí un interés muy grande por conocer esta tierra y abrazar a su pueblo.
Recuerdo, durante mi infancia, siempre ver en casa imágenes, memorias sobre Cuba. En 2005–2006 vengo por primera vez, con un movimiento de solidaridad que era la caravana Pastores por la Paz y Lucius Walker. Así llego a conocer más a detalle, más de “tú a tú”, lo que es la experiencia cubana.
En ese momento me impliqué mucho en las campañas contra el Bloqueo, la lucha por el regreso de los cinco héroes… pero, realmente, creo que mi acercamiento a Cuba no va tanto por la solidaridad, sino porque pertenezco a una generación de jóvenes que, en Estados Unidos y también en otras partes del mundo, cada vez más nos involucrábamos en luchas políticas muy importante en nuestros países, de mucha connotación social, particularmente a partir de lo que fue el despunte de Occupy Wall Street, el movimiento del 99 porciento, y también la rebelión de Ferguson, en Missouri; o sea, procesos de movilización política muy grandes.
Era un mundo donde cada vez más había menos referencias o alternativas y Cuba deja de ser una cuestión afectiva o emotiva, un afiche de solidaridad, y comienza también a permitir preguntarse o imaginarse un futuro con otro tipo de sociedad. No solo pensándola como ejemplo o modelo, sino como referencia de la posibilidad de un proyecto socialista en el resto del planeta.
De igual modo, tuve la experiencia de vivir en el país unos cinco años, pues estudié un tiempo en el Seminario de Matanzas.
¿Qué es The People’s Forum?
The People’s Forum es una experiencia que surge a partir de los movimientos populares en EE.UU., que inciden en la necesidad de crear un espacio donde se dé formación política: donde se trabajen la cultura y la comunicación desde un punto de vista político, y siempre enraizadas en nuestras luchas sociales.
Nuestra línea de trabajo se enfoca en cómo abordar todas estas áreas desde la base popular; desde las batallas de los pobres, los trabajadores, las personas negras, las personas queer y otros grupos minoritarios en la sociedad norteamericana. Casi siempre dándole voz no a los individuos, sino a esas luchas en las cuales nos sentimos representados.
En los tres años que llevamos ya funcionando, con un espacio físico en Nueva York, no hemos trabajado tanto el tema de la solidaridad, pero sí inspirar sentimientos y acciones de internacionalismo, de sentirnos que somos parte de un movimiento internacional, y que las luchas nuestras en EE.UU. no se pueden separar de las luchas del resto de los pueblos del mundo.
¿Cuándo comenzaron a trabajar con Cuba?
En realidad, no habíamos llevado a cabo ninguna acción en particular, tuvimos alguna actividad en el pasado, pero nuestro enfoque nunca fue la solidaridad con Cuba. No es hasta los hechos del 11 de julio, cuando vimos un cierto viraje en la sociedad norteamericana debido a lo que estaba sucediendo— inclusive dentro de círculos considerados progresistas, de izquierda, relacionados con Cuba — , que esto cambia.
Grupos y personas amigas de la Isla se tornaron a repetir discursos muy cercanos al Departamento de Estado y al Gobierno de EE.UU. y no nos entendíamos con ellos. Por eso decidimos que el trabajo de formación política que hacíamos con jóvenes ameritaba comenzar a generar nosotros mismos mensajes, respuestas, contenidos sobre a la situación actual en Cuba. Ahí también surgió la necesidad de hacer algo que expresara nuestra solidaridad.
Junto a otros compañeros de la Coalición Answer y del grupo antiguerra CodePink pensamos en hacer una carta pública. No sabíamos dónde la íbamos a publicar, pero decidimos sacar una carta exigiendo a EE.UU. que dejara de intervenir en Cuba. Así nació la carta Let Cuba Live, que finalmente publicamos en The New York Times, como un anuncio pagado; lo entendíamos como algo urgente.
Logramos que 400 personalidades de la cultura, de las ciencias, políticos, religiosos, etc., de toda la sociedad se pusieran en diálogo para decirle a Biden “lo mínimo que pudieras hacer en este momento es quitarle el pie a Cuba e intentar restablecer relaciones normales diplomáticas”.
No es un texto revolucionario, no es un texto siquiera que pida de manera firme el fin del Bloqueo, demanda simplemente que se tomen las medidas necesarias para en este momento quitar las acciones más opresivas que existen contra el país, las sanciones que había impuesto el presidente Trump en sus últimos tres años de administración.
A partir de esta idea, nuestros jóvenes y las comunidades con las que trabajamos querían seguir apoyando a Cuba de otras maneras; ahí entró la cuestión de la ayuda material. En este proceso, salió la iniciativa de enviar jeringuillas porque sabíamos que tenían sus vacunas, pero no cómo vacunar. Muchos de nuestros jóvenes se movieron por el deseo de recaudar lo más posible y, poco a poco, cada persona, cada comunidad dando lo que podía, se logró recaudar lo suficiente para enviar seis millones de jeringas a Cuba. Fue un gran esfuerzo colectivo.
Entonces nos preguntamos, “¿por qué no enviar comida también?”. Sabíamos la necesidad que había y nos juntamos con compañeros del Centro Martin Luther King de La Habana, que han sido contraparte y hermanos de mucho tiempo.
¿Cómo organizaron esta donación?
Se decidió, en conjunto con Puentes de Amor y con Code Pink, iniciar este esfuerzo, sin saber a cuánto íbamos a llegar; y se logró también hablando del tema en las comunidades, pidiendo a todo el que pudiera dar al menos un dólar que lo diera, no desde el punto de vista de la pena ni del sentimiento de que Cuba nos necesita, más bien con la perspectiva de que nosotros necesitamos que Cuba sobreviva. Nosotros como jóvenes, aquí en las entrañas del monstruo, necesitamos que Cuba siga existiendo como espacio libre, como espacio de referencia, como espacio de lo que pudiera ser un futuro para la humanidad. Y si eso lo que significa en este momento es enviar comida, eso es lo que íbamos a hacer.
Ya en cuanto al traslado de la carga, se dio gracias a muchas manos amigas en ambos países, y no todas se pueden mencionar por razones de la misma seguridad del proyecto, para que pueda continuar.
En esencia, se dio por nuestros amigos cubanoamericanos en Miami — que muchos siguen queriendo a Cuba y siguen apoyando de disímiles maneras — , quienes facilitaron todo el proceso allá y vinieron a ayudarnos a cargar las cajas, a montarlas en el avión, todo ese trabajo arduo de las dieciocho mil libras; y saber con seguridad que del otro lado, aparte todos los trámites legales que hay que hacer con la aduana, etc., era una organización con base popular y mucha credibilidad, no solo en Cuba, sino en el mundo, el CMLK, quien lo iba a recibir. Inclusive ya se habían organizado planes para que esa ayuda de alimentación llegara a regiones muy necesitadas en el oriente cubano, donde iba a ser distribuida de manera equitativa y justa.
Este trabajo no era algo que nos habíamos propuesto inicialmente, no estaba pensado en nuestro plan estratégico del año 2021, pero ha surgido bastante orgánico, por el respeto y el cariño que tenemos no solo a Cuba como idea emotiva, sino a Cuba como pueblo, Cuba como resistencia, Cuba como lucha.