Soberanía alimentaria
“No se puede hablar de cambio climático sin hablar de la defensa de la vida”, afirma un dirigente de la Vía Campesina
Por Diógenes Rabello
Desde la Página del MST
El economista e historiador guatemalteco, Carlos Barrientos, es militante del Comité de Unidad Campesina, organización formada por familias indígenas y campesinas de Guatemala; actualmente funge como Secretario Ejecutivo del Comité de la Vía Campesina. En esta entrevista con el MST, Barrientos habla sobre los impactos de la crisis climática para la soberanía alimentaria, señalando los desafíos de identificar a los responsables directos de la destrucción de los bienes comunes.
Me gustaría comenzar preguntándole cuál es su lectura de la coyuntura para este momento histórico de crisis climática que estamos viviendo en América Latina, y cómo eso ha afectado a los pueblos de Latino América.
Para empezar, tendríamos que decir que al hablar de nuestra región estamos hablando del continente americano, con varios de los países más diversos del mundo: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú y Venezuela. Y esos países contienen el 70% de las especies de mamíferos, aves, reptiles, plantas e insectos, el 40% de la biodiversidad y más del 25% de los bosques a nivel mundial se encuentran en esta región. En el caso del Caribe, el 50% de la flora de esta región no se encuentran en otras partes del mundo. Además, los ecosistemas costeros y marinos cubren una superficie muy grande.
Sin embargo, los efectos de lo que podríamos pasar con el calentamiento global ya están sucediendo. Por eso podemos decir que el futuro ya ha llegado. Las peores sequías de los últimos 50 años en el sur de la Amazonia, el récord en inundaciones en Centroamérica, por mencionar sólo dos de los fenómenos extremos que se han vivido en estos años.
Esta situación no se había dado anteriormente. Y esto teniendo en cuenta que el continente de América Latina y el Caribe contribuye con el 10% de las emisiones de los gases de efecto invernadero. Pero, sufrimos los peores efectos del mal llamado calentamiento global. ¿Por qué lo llamamos calentamiento global? Porque creemos que eso oculta la enorme crisis que se está dando a nivel mundial. Ciclones, huracanes, inundaciones, sequías, el aumento del nivel del mar y la pérdida de glaciares implican el riesgo de la vida de millones y de millones de personas, y además también afectan la infraestructura básica, el agua, sin mencionar los efectos tan terribles como las inundaciones que sucederán este año en Brasil. En este marco podemos decir que, a pesar de que en nuestro continente hay una gran biodiversidad, también estamos sufriendo los peores efectos del calentamiento global de las temperaturas. No hay nada prometedor de lo que nos espera si no tomamos medidas, es una situación que se va complicando cada vez más.
¿Puede comentar un poco más sobre la relación entre la expansión de la producción de los agrocombustibles y sus efectos para el mantenimiento de los bienes comunes?
Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en el caso de la expansión de los monocultivos, implica una enorme disputa de los recursos del agua y la tierra. Cuanta más tierra y agua se utilice para los monocultivos, menos agua y tierra estarán disponibles para la producción de alimentos. Y, ¿quiénes son los que producen los alimentos en este continente? Son las familias campesinas e indígenas.
Además, hay una alteración de los ciclos climáticos. Por ejemplo, este año, en el caso de Mesoamérica, las lluvias llegaron muy tarde. Por lo general, la temporada de lluvias en nuestro país comienza a fines de abril, este año la temporada de lluvias llegó a principios de junio. Por un lado, las sequías y, por otro, el fenómeno de El Niño y La Niña, con el aumento de la temperatura. También tuvimos graves inundaciones, aumento de temperatura y graves sequías. Todo esto altera la producción agrícola, fundamentalmente la producción de alimentos.
“Por lo tanto, en la medida en que se producen estos cambios climáticos, esto implica una menor producción de alimentos. ¿Qué genera esto? Hambre para millones de personas.”
Es por eso que tenía mucha razón el comandante Fidel Castro, cuando en 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en Río de Janeiro él dijo que: “una importante especie biológica está en peligro de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida.” Eso fue hace 32 años, estamos hablando prácticamente de una generación. Y hace 32 años que el comandante Fidel Castro podía vislumbrar los riesgos de la destrucción del medio ambiente para la humanidad. Hoy la situación es peor y una de las expresiones es precisamente lo que se ha deteriorado, las posibilidades de la soberanía alimentaria en nuestros países.
Estamos ante un período histórico del avance del neoliberalismo a nivel mundial, que también ha afectado a América Latina. ¿Cuál es la influencia de estos gobiernos neoliberales en la disputa climática que estamos atravesado?
Bueno, nos estamos preguntando cuáles son las garantías que hay para la producción de alimentos para las futuras generaciones. Podemos decir que mientras se siga la ruta que los gobiernos neoliberales han impulsado, no hay ninguna garantía y las perspectivas de hambre son cada vez mayores.
¿Por qué?
Porque al neoliberalismo no le interesa la gente. Sólo le interesa el capital y busca extraerle el máximo a la naturaleza y a la clase trabajadora. Por eso, no les importa acabar con la vida en los lugares donde, por ejemplo, están implantando la minería y donde se desarrollará la producción de monocultivo. Porque desde la perspectiva del neoliberalismo todo se convierte en mercancía.
Esos gobiernos neoliberales o su continuidad, como los gobiernos con características fascistas como Bolsonaro en Brasil, como Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador, lo que expresan es una enorme irresponsabilidad con el futuro. Creo que la mejor expresión de esta irresponsabilidad fueron las actitudes que tuvieron Bolsonaro y Trump de Estados Unidos durante la pandemia de Covid-19. Ellos fueron totalmente irresponsables y son los que tienen una responsabilidad directa con la muerte de millones de personas. Esto se expresa en hechos concretos, lo que interesa a los gobiernos liberales: les interesa el capital, extraer al máximo, no les interesan las personas. Si siguen esa ruta, lo que vamos a tener es una situación más crítica de la actualidad, porque ellos no creen que estén deteriorando las condiciones de vida de los seres humanos, de la mayoría de las especies, pero creen que eso se puede dejar de lado y que lo más importante es cómo extraer el máximo de ganancias para las corporaciones transnacionales.
Por otro lado, los pueblos tradicionales, como los campesinos e indígenas de América Latina, han contribuido a ese enfrentamiento de la crisis climática y han producido resistencia contra la expansión de los agrocombustibles y la producción de mercancías. ¿Cuáles son las contribuciones de estos pueblos originarios a la soberanía alimentaria?
En primer lugar, las contribuciones importantes de los pueblos originarios y la forma en que se entiende lo que les sucede a los seres humanos, es cuando ellos cuestionan esa concepción del medio ambiente como algo externo y separado de los seres humanos, como algo que tenemos que gestionar, controlar, dominar. Y esa no es la visión de los pueblos originarios, desde la visión de los pueblos originarios la tierra no nos pertenece.
“Nosotros pertenecemos a la tierra y, por lo tanto, lo que afecta a la Madre Tierra afecta también a sus hijos e hijas. Por eso, esta idea de que se está viviendo un cambio climático es un intento de ocultar la realidad. No debemos hablar más del cambio climático como si fuera una responsabilidad de todos y todas. Lo que está sucediendo, está siendo agredido con la dinámica depredadora del capitalismo, son bienes comunes de la vida que es la base de la existencia.”
¿Es posible imaginar alternativas para cambiar este escenario?
En muchas partes de nuestro continente tenemos los pueblos indígenas, las comunidades que optan por defender el agua de la contaminación, de la privatización, por defender el aire y la atmósfera, por defender los bosques de la deforestación generada por los monocultivos, por proteger las semillas de su desaparición, entonces eso es lo que está en juego. La defensa de la vida es lo que se hace en muchas partes del mundo y por eso podemos decir que debemos trabajar en tres direcciones: poner límites a la agresión excesiva del capital con la movilización popular, está también la creación de regulaciones nacionales e internacionales que nos dan condiciones para luchas, por ejemplo, como sucede con el Convenio 169 de la OIT, por la declaración de los derechos de los campesinos y otras personas, e instrumentos para que las masas populares se opongan a la destrucción que el capitalismo está causando en el mundo. También es importante imponer sanciones a las empresas directamente responsables, por ejemplo, empresas mineras, productoras de agroquímicos. Así que estas son algunas medidas para oponerse a la voracidad del sistema capitalista.
Por otro lado, desde hace varios años hemos impulsado la agroecología, entendida como ciencia, como movimiento y como un conjunto de prácticas. Y pienso en el concepto de ‘soberanía alimentaria’ formulado por la Vía Campesina. En esta discusión no se puede hablar del cambio climático sin hablar de la defensa de la vida. Y para eso creo que hay tres aspectos importantes: primero, visibilizar y unificar las luchas en nuestro continente y visibilizar quiénes son los sujetos que están luchando por defender el agua, por defender a las familias, la producción para la alimentación. Eso es lo que tenemos que visibilizar. Otra cosa importante es la garantía de que no se siga profundizando este desastre que estamos viviendo, en la instalación de gobiernos fascistas y cómo debemos enfrentarlos.
No podemos vivir sin la Madre Tierra, que es el mantenimiento de nuestra vida, entonces si luchamos por la vida, es necesario mantener esa relación que históricamente surge del diálogo entre los campesinos y las experiencias de los pueblos originarios, un elemento fundamental de ese equilibrio que emerge y se expresa entre la producción de alimentos y la defensa de la vida, y del medio ambiente.
“Cuidarnos implica la defensa de la soberanía alimentaria, y la defensa de la vida implica pensar en el agua, en las semillas, implica la defensa de los recursos naturales.”
Sobre los límites de ese debate de la gobernanza global del clima, de las conferencias del clima y esos espacios institucionales como la COP29. ¿Hay espacio para la participación y representación popular? ¿Y cuáles son los límites de esta gobernanza climática global?
La Marcha de los Pueblos, realizada por los movimientos populares que participaron del G20 Social en Río de Janeiro. Foto: Sara Gehren
Veo que este debate pasa por la comprensión de los límites del capitalismo mismo. Entiendo que la lucha tiene que ser discutida, que tiene que ver con los límites que le tenemos que poner al avance del capitalismo. Tenemos que convertir esa lucha en una lucha permanente y escuchar la voz de los pueblos. Para ello tenemos que convertir estos eventos como la COP, en foros de articulación popular para luchar por la defensa de la vida. En términos de disputas, no lleva a nada concreto las decisiones que se toman en estas reuniones, ellas son insuficientes para atacar la problemática de la crisis climática. Lo que urge es que se pongan límites a la acción depredadora del capitalismo. Y lo fundamental: la salida es eminentemente popular.
También me gustaría insistir en la necesidad de cambiar la visión que hablamos de medio ambiente y crisis ambiental. Necesitamos cambiar en dos aspectos: uno es que hay responsables directos de la situación que estamos viviendo. Menciono esto porque muchas veces se da a entender que nosotros somos responsables de lo que está sucediendo y no es así. Hay corporaciones transnacionales que son responsables de la situación que estamos viviendo y hay que identificar y denunciar a esos responsables. El segundo es que, esta no es una lucha solamente ambiental, para defender el medio ambiente. Es una lucha para defender la vida, porque son los bienes comunes de la vida los que se ven afectados. Y estos bienes comunes son de toda la humanidad, de todos los seres vivos, dan sustento a la vida.
Por lo tanto, tenemos que convertir estas luchas ambientales en una lucha por la vida. Porque eso es lo que está en juego, las condiciones para que el ser humano pueda seguir existiendo.”
* Editado por Solange Engelmann
Traducción: Eduardo Rodríguez
Revisión: Natalie Illanes Nogueira