MST
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra y la Situación Política en Brasil
El análisis coyuntural muestra que el lento avance de la Reforma Agraria y la priorización del agronegocio profundizan las desigualdades rurales y agravan la crisis alimentaria en Brasil

Saludos desde el Sector de Internacionalismo del MST,
Amigos y amigas del MST por todo el Mundo,
Una vez más, nos acercamos al Día Internacional de la Lucha Campesina, así como al día en que nos acordamos de los mártires de la Masacre de Eldorado do Carajás, ocurrida en el estado de Pará el 17 de abril de 1996. Desde hace casi tres décadas, abril ha sido el mes en que izamos nuestras banderas más alto —cuando se renueva nuestra voluntad de lucha, impulsada por la memoria y la indignación, pero también por las múltiples formas de solidaridad que recibimos cada año—.
Lamentablemente, este será otro año más en el que las familias acampadas y asentadas deberán movilizarse para presionar al Estado brasileño a fin de avanzar con la reforma agraria. El tercer mandato del presidente Lula da Silva es fruto de nuestra resistencia y de la lucha contra el neofascismo. Sin embargo, el gobierno sigue enfrentando enormes obstáculos para atender las demandas sociales de las poblaciones más pobres del país —tanto urbanas como rurales— debido a la oposición permanente del sector financiero. Este sector secuestra una parte del presupuesto nacional mediante tasas de interés exorbitantes y amenaza al gobierno con ataques especulativos. A esto se suman las fuerzas del agronegocio y la influencia del Congreso más conservador en la historia del país.
En este contexto, la reciente visita del presidente Lula a Campo do Meio, en el estado de Minas Gerais, tuvo un peso y simbolismo especiales. El 7 de marzo, el presidente reconoció oficialmente la antigua hacienda y planta azucarera de Adrianópolis como territorio destinado a la reforma agraria. El área de más de 4.000 hectáreas, ahora conocida como Quilombo Campo Grande, fue expropiada para asentar a 300 familias. Esta tierra había sido ocupada durante 27 años y resistió 11 intentos de desalojo, el más brutal de ellos durante la pandemia, cuando la Escuela Popular Eduardo Galeano fue destruida. Al mismo tiempo, el gobierno también anunció la creación de 60 nuevos asentamientos en 16 estados y en el Distrito Federal, beneficiando a 4.883 nuevas familias.
Estos avances son simbólicos, pero insuficientes. Son las primeras acciones concretas y de peso después de dos años de gobierno. Mientras tanto, 100.000 familias siguen esperando ser asentadas—la mayoría de ellas desde hace casi una década. Más allá del ritmo lento, el presupuesto del gobierno está muy lejos de ser adecuado para hacer avanzar el proceso. El presupuesto de 2025 para la reforma agraria permitiría, como máximo, asentar a unas 4.000 familias.
Esta lentitud coincide con un momento en que la población brasileña enfrenta constantes aumentos en los precios de los alimentos, provocados por la especulación del agronegocio y la exportación de alimentos al mercado extranjero. La reforma agraria, además de generar empleo y dinamizar la economía local, podría contribuir directamente a reducir el costo de vida y a mejorar la calidad alimentaria del pueblo brasileño, que hoy se ve obligado a consumir productos ultraprocesados y de baja calidad por ser más accesibles. La inversión en infraestructura y la liberación de créditos para las familias asentadas también serían esenciales para transformar esta realidad. Hoy, por ejemplo, existe una demanda de 50.000 nuevas viviendas rurales y 150.000 reformas habitacionales en los asentamientos. En contraste, el agronegocio recibirá R$600 mil millones (US$120 mil millones) en créditos solo para la próxima cosecha.
Esta situación —y los impactos nocivos del agronegocio— desencadenó una ola de movilización que involucró a 12.000 mujeres organizadas por el MST en más de 70 acciones en todo el país. Estas actividades, realizadas en marzo durante la Semana de Lucha de las Mujeres, denunciaron los efectos de los monocultivos forestales de la industria de papel y del uso de agrotóxicos en la sociedad brasileña.
Además de las luchas económicas y por mejores condiciones de vida de las familias asentadas y acampadas, la lucha por la tierra y la construcción de una Reforma Agraria Popular también deben abordar la crisis ambiental. En el estado de Rio Grande do Sul, la mayoría de las familias aún no ha recibido los recursos prometidos para recuperar sus tierras e infraestructuras, a casi un año del compromiso del gobierno. Sin embargo, con la solidaridad internacional y el esfuerzo colectivo, el MST logró retomar parte de la producción utilizando bioinsumos para la recuperación del suelo. Este logro importante fue celebrado durante la inauguración de la Cosecha De Arroz Orgánico, donde el MST reafirmó su posición como el mayor productor de arroz orgánico de América Latina. También fue una celebración de nuestro plan nacional de reforestación y un momento de formación política para nuestra juventud mediante la creación de la Brigada Ambiental de la Juventud (Brigada Ambiental da Juventude). Este mismo espíritu está siendo cultivado ahora en el asentamiento Quilombo Campo Grande, donde hay un terreno fértil para ampliar la producción agroecológica.
Con esta determinación permanente de construir y luchar por una nueva sociedad más justa y fraterna —y de producir alimentos sanos para alimentar al pueblo brasileño—,
Con mucho cariño,
El Sector de Internacionalismo del MST
Traducción: Eduardo Rodríguez
Revisión: Natalie Illanes Nogueira