El Salvador
Una mirada al FMLN en su 44 aniversario
Del sitio web del MST
Este 10 de octubre del 2024 se cumplen 44 años de un hito histórico para las luchas populares latinoamericanas, la fundación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional que marcaría una síntesis del pueblo salvadoreño en lucha; las Fuerzas Populares de Liberación «Farabundo Martí» (FPL), el Partido Comunista de El Salvador (PCS), la Resistencia Nacional (RN), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), fueron las organizaciones fundadoras de esta fuerza guerrillera y junto al Frente Democrático Revolucionario (FMLN‑FDR) alcanzaron el sistema de alianzas más exitosa del conjunto de fuerzas sociales y políticas existentes en El Salvador en la década de 1970, que es difícil mencionar otra experiencia con iguales similar en el mundo.
La conformación de este frente también mostró el grado de madurez de cada una de las organizaciones que lograron minimizar diferencias, conflictos y sectarismo; la tan anhelada unidad de acción fue posible al estar frente a una situación revolucionaria y aprender de la experiencia unitaria de la revolución sandinista.
Emprendiendo doce años de guerra popular, por primera vez las víctimas de la dictadura se alzaron en armas para luchar por su vida, libertad y justicia social; la vía armada era la única alternativa debido a que la élite salvadoreña había ahogado en sangre cada uno de los intentos reformadores por la vía electoral. Desde el inicio del conflicto armado fue una lucha totalmente desigual, la guerrilla conformada por estudiantes universitarios y de secundaria, por algunos intelectuales, por obreros, pero sobre todo por campesinos, se enfrentó al ejército salvadoreño (entrenado, armado y financiado por el gobierno estadounidense). Sin embargo, la guerrilla logró hazañas militares de enorme valor, por ejemplo, la destrucción total a la Cuarta Brigada de Infantería “El Paraíso”, ubicada al norte del país, supuestamente imbatible, diseñado por el ejército estadounidense. No es exagerado valorar que el triunfo de la revolución fue posible en los primeros cuatro años de guerra, fueron los estadounidenses quienes lo impidieron con su avalancha de armamento, aeronaves, comunicaciones, logística y dinero (1 millon diario) para acrecentar al acosado ejército salvadoreño.
El FMLN, aunque era un frente político militar, no era militarista. Desde su origen se planteó una alternativa de diálogo al gobierno, para encontrar una salida de la dictadura, dichas propuestas sólo lograron ser tomada en serio después de la gran “Ofensiva hasta el tope y punto” en el año de 1989 y con la cual se tomó prácticamente toda la capital y por primera vez se dieron combates en las zonas más exclusivas y ricas de todo El Salvador. Sumado a esta demostración de fuerza se combinaron factores externos con profundo impacto en el financiamiento de la guerra por parte de EEUU: la implosión de la Unión Soviética y todo el bloque socialista.
La década de lucha popular, de mucho heroísmo y sacrificio condujo a una especie de empate histórico. El FMLN logró forzar al gobierno a unos históricos Acuerdos de Paz con los cuales se logró poner fin a una dictadura militar que había dirigido el país durante 60 años, se inició un proceso de democratizador que permitió la constitución del FMLN como partido político, se fundó un Tribunal Supremo Electoral independiente al poder ejecutivo, se creó la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos, la Policía Nacional Civil que desplazó al Ejército, entre otros grandes logros políticos. Sin embargo, la oligarquía logró mantener prácticamente sin ningún cambio la estructura económica y mantuvo el control institucional para aplicar las recetas neoliberales recomendadas por el Fondo Monetario Internacional.
Los combatientes y colaboradores del FMLN se enfrentaron al gigantesco desafío de transitar de la lucha política armada a la lucha política electoral. Ese cambio fue en gran medida traumático para muchos de ellos, no sólo por la incertidumbre de si se iban a cumplir los Acuerdos de Paz sobre respetarle sus derechos políticos o incluso respetarles la vida, sino también porque muchos se enfrentaron a una sumamente difícil reinserción familiar y laboral. Todo esto en medio de una brutal ofensiva ideológica contra el ideario socialista y la materialización del “acompañamiento” de partidos socialdemócratas europeos que pretendían “modernizar” a la naciente izquierda electoral salvadoreña. Desde el 10 de octubre de 1980 en que se fundó el FMLN, se tuvo una Comandancia General que estaría conformada por cinco comandantes (uno por cada organización), durante 10 años de guerra el enemigo militarmente no pudo hacerle baja a ni un solo comandante, fue después de los Acuerdos de Paz que se tuvieron las bajas ideológicas de tres esos comandantes generales.
Desde su primera participación electoral el partido de izquierda (único en todo el país) se convirtió en la segunda fuerza política electoral, convirtiéndose en la alternativa frente a los gobiernos neoliberales y acompañante de enérgicas batallas sociales en resistencia a la ola de privatizaciones. El FMLN también era una fuerza social, sus militantes también eran líderes sociales, sindicalistas, agricultores, docentes, etc. Aunque sufrió durante este período divisiones, rupturas y conflictos ideológicos se lograba acumular respaldo electoral en cada nueva elección. Para la elección presidencial del año 2004 se apostó por uno de sus ex comandantes generales, su máximo líder histórico Sháfik Hándal, comunista que sería objeto de la mayor campaña de miedo por parte de la derecha y con la intervención directa del gobierno de EE.UU. y aunque esa elección volvería a triunfar la oligarquía se obtuvo la mayor cantidad de votos de toda la historia para el FMLN.
Después del fallecimiento de Scháfik Hándal (24/01/2006), la dirección del partido optó por un aliado progresista para disputar la elección presidencial del año 2009. El reconocido periodista Mauricio Funes sumó su popularidad al creciente respaldo electoral del FMLN y logró convertirse en presidente de la república. Por fin el FMLN había llegado al poder, o al menos eso se creía, porque realmente había llegado sólo al ejecutivo.
Funes al tomar posesión en el cargo mostró un alejamiento del partido con el cual había ganado, optó por mostrarse independiente e incluso llegó a prohibir a dirigentes del FMLN, que eran ministros, a que participaran en eventos públicos del FMLN. La voluntad, estilo y ética del aliado se fue imponiendo en el gobierno. No obstante, ese gobierno progresista generó resultados positivos a través de programas sociales que mitigaron la brutalidad de las políticas neoliberales que habían azotado a la sociedad salvadoreña. En cuanto al crecimiento económico fue prácticamente el mismo de los últimos gobiernos y el flagelo más grande que sufría el pueblo era la inseguridad pública, la “maras o pandillas” (crimen organizado) generaban una asfixiante situación que el gobierno no supo enfrentar. Las enormes expectativas de cambio se habían frustrado en este primer gobierno, pero el pueblo salvadoreño dió el beneficio de la duda de lo que se podría hacer y aun respaldó un segundo triunfo presidencial en el año 2014.
Salvador Sánchez Céren, el último comandante general que estaba dentro del FMLN se convirtió en presidente de la república y si bien no había generado la simpatía de Funes y había ganado por un escaso margen de votos, se depositaba en él las esperanzas de que el cambio se profundizaría. Sin embargo, su gestión fué parecida a la gestión anterior, se continuaron los programas sociales y se mantuvo la misma dinámica económica y social, aunque sí se tuvo un ataque más frontal a la “maras o pandillas” no se logró disminuir la opresión que ejercía el crimen organizado. Este período también se caracterizó por el sistemático sabotaje a los proyectos gubernamentales por parte de la Sala de lo Constitucional, el poder judicial fue el instrumento del imperialismo y la oligarquía para desgastar al gobierno de izquierda. Esto sumado a la nula capacidad comunicativa del presidente y muy poca del gobierno generó una evaluación muy mala de la administración del FMLN en el gobierno. Se sufrió el esperado acoso, pero también se desaprovechó la oportunidad histórica de profundizar los cambios y de construir participación real y popular desde abajo, junto a la gente, para edificar la democracia participativa directa paralela al gobierno nacional.
El desgaste gubernamental, el involucramiento de algunos de sus integrantes en casos de supuesta corrupción, el alejamiento del pueblo, el debilitamiento de la ideología y mística de los militantes en puestos públicos, entre muchos otros factores se sumaron a la mala gestión de conflictos con otro de sus aliados, al que el partido había llevado a convertirse alcalde de la ciudad capital: Nayib Bukele. Bukele aprovechó hábilmente todos los factores que habían debilitado al Frente. Además, el FMLN al expulsarlo le dejó las puertas abiertas para que el publicista se auto forjara una imagen de víctima de la vieja política, mostrándose como un “outsider” y generó mucha simpatía sobre todo por votantes decepcionados del FMLN. Como presidente a partir del año 2019 se encargaría de negar toda la historia de las luchas del pueblo salvadoreño, calificar como farsa los Acuerdos de Paz, por consiguiente, negar a la dictadura militar oligárquica. Con todo su impresionante aparataje de propaganda logró acrecentar el desgaste del FMLN y con el control absoluto del poder judicial logró convertir al partido de izquierda en sinónimo de corrupción, la judicialización de la política se ha naturalizado en El Salvador.
El FMLN han transitado por varias etapas de desarrollo, desde conformarse de movimientos sociales revolucionarios en los años 70’s hasta ser un eficiente ejército guerrillero en los 80’s y forzar a la dictadura militar oligárquica a negociar los acuerdos de paz en 1992, y convertirse en un partido político desde 1994 a la fecha, hasta alcanzar llegar al gobierno en dos ocasiones. Sin embargo, FMLN, luego de toda una trayectoria de lucha, victorias y derrotas, se encuentra en una situación crítica, en la cual ha perdido mucha fuerza social y política. No obstante, en las últimas elecciones generales el partido dió una valiente batalla contra el ultraderecha liderada por Bukele, enfrentándose a una maquinaria más consolidada no sólo comunicativa sino de manipulación electoral, con lo que se realizaron las elecciones más fraudulentas desde los Acuerdos de Paz y que a nivel internacional el fraude pasó prácticamente inadvertido. Esta manipulación dejó, por primera vez, sin representación legislativa al partido de izquierda.
La ultraderecha naturalmente aplica políticas neoliberales que conlleva a la concentración del capital y de las riquezas de la nación en pocas manos, aumenta las desigualdades y la exclusión, lo que está generando en El Salvador el surgimiento de voces de resistencia, las cuales poco a poco se empiezan a movilizar y a la cual la militancia del FMLN está acompañando.
El FMLN y los sectores organizados tienen el enorme reto de volcarse a las comunidades y a las organizaciones sociales, para redimirse con la historia y enfrentar conjuntamente los atropellos del actual régimen ultra-neoliberal y de cara al fortalecimiento de un proyecto de país que sea capaz de enamorar a las grandes mayorías, y esto no será posible si no es acompañado de una concepción que busque desde abajo una democracia participativa. El FMLN debe hacer una profunda evaluación de su gestión gubernamental y como los valores del sistema influyeron en su concepción y práctica, tienen una valiosa historia de lucha de la cual sacar lecciones y aprendizajes.
Secretaría Nacional de Educación Política e Ideológica FMLN