Eldorado do Carajás

25 años de impunidad de la masacre de Eldorado do Carajás

Ayala Ferreira, de la dirección nacional del MST, Colectivo Nacional de Derechos Humanos, recuerda la brutalidad de la masacre en el estado de Pará y habla de las acciones para conmemorar lo que se conoce como “Abril Rojo”
Entierro de los trabajadores Sin Tierra víctimas de la masacre en 1996, en la Curva do S, en el estado de Pará. Investigación de imágenes Archivo y Memoria MST, Foto: J.R. Ripper

Por Fernanda Alcântara
De la Página del MST

El 17 de abril de 1996 estará para siempre marcado en nuestra historia y memoria como un día de luto y lucha campesina, recordado por los movimientos populares campesinos del mundo. El episodio, conocido mundialmente como la Masacre de Eldorado do Carajás, fue una de las acciones más violentas ya vistas, practicada por el Estado brasileño contra los trabajadores y trabajadoras rurales, y hasta hoy se recuerda en encuentros y actividades que discuten la cuestión agraria y la Reforma Agraria Popular en Brasil durante el “Abril Rojo”.

En Brasil, la lucha por la tierra resiste a la impunidad y a las violencias históricas, como la Masacre de Eldorado do Carajás, en la que 21 trabajadores Sin Tierra fueron asesinados por la Policía Militar del estado de Pará, al norte del país. Desde 1996, el país pasó por diferentes gobiernos, pero ninguna tragedia se compara a la barbarie que resuena en los discursos de Jair Bolsonaro de incitación a la violencia.

“El 17 de abril se transformó en el Día Internacional de Lucha de campesinos y campesinas. A lo largo de los años, hemos ido organizando a los trabajadores para hacer ocupaciones de latifundios en esta fecha y presionar al gobierno, a través de sus órganos responsables, por la implementación de la Reforma Agraria y para avanzar en las políticas dirigidas al fortalecimiento del campo y de la agricultura campesina” relata Ayala Ferreira, de la Dirección Nacional del MST, como parte del Colectivo Nacional de Derechos Humanos y militante en Pará.

Ayala Ferreira. Foto: Arquivo MST

Ayala recuerda la Masacre de Eldorado do Carajás, que ocupó titulares en todo el mundo, por la brutalidad de la acción militar y como alerta sobre el riesgo de que el hambre alcance al campo, por falta de políticas del gobierno federal para la agricultura campesina y familiar.

Lea la entrevista completa:

1) En este mes el MST recuerda el “Abril Rojo”, en memoria de los 21 trabajadores que fueron asesinados en Eldorado do Carajás. ¿Qué enseñanzas nos trae hoy ese dolor que comenzó hace 25 años?

El 17 de abril marca la matanza de 21 trabajadores rurales Sin Tierra y la mutilación de otros 69, que ocurrió en un intento del gobierno del estado de la época, dirigido por Almir Gabriel, de despejar una carretera en el sudeste de Pará que estaba ocupada por los trabajadores, para avanzar en el proceso de negociación de la expropiación de la hacienda Macaxeira, y así avanzar en la Reforma Agraria Popular aquí en la región. La respuesta del gobierno fue interrumpir el proceso de negociación y mandar a la fuerza de la Policía Militar del estado para despejar la carretera, lo que acabó llevando lamentablemente a la muerte de los trabajadores y trabajadoras. Desde aquel día hasta hoy muchos sentimientos pasan por los trabajadores(las) Sin Tierra y por quienes luchan por la Reforma Agraria Popular en Brasil. Pero si es posible decir que hubo enseñanzas, destacaría tres aspectos que marcaron profundamente nuestras vidas.

El primero es de que esa masacre se realizó con el empleo de una violencia extrema, una violencia que fue televisada, y por esa razón Brasil y el mundo supieron lo que ocurrió en aquel fin de tarde del 17 de abril. Cuando hablamos en violencia extrema, estamos diciendo que muchas personas fueron asesinadas, muchas personas quedaron mutiladas, y las circunstancias en que aquello sucedió revelan el carácter perverso e intencional de matar trabajadores Sin Tierra, por parte del gobierno del estado de Pará. Por lo menos diez de las personas asesinadas en la masacre fueron ejecutadas ya rendidas e, inclusive, fueron ejecutadas con los instrumentos de trabajo que llevaban durante la manifestación. Tuvimos personas que fueron heridas con guadaña, con machete; otros compañeros tenían marcas de balas en la parte superior del tórax, o sea, indicando ejecución. Estas circunstancias revelan que había una intención de matar, costara lo que costara, y ese seria un primer aspecto que nos hace reflexionar.

Eldorado do Carajás,1996. Pesquisa de imagens Arquivo y Memoria MST

Otro aspecto tiene que ver con el papel del gobierno, el del Estado como un todo, en asumir una postura de no mediación de no negociación. La masacre reveló que el Estado está del lado del latifundio, que no tiene interés por implementar la Reforma Agraria incluso estando prevista en la Constitución Brasileña. Es el Estado que alimenta la profundización y la ampliación de los conflictos en el campo.

Esa negación concreta de las políticas públicas de Reforma Agraria es el tercer y último aspecto que considero importante abordar: esa violencia. No la violencia en sí de la masacre de Eldorado do Carajás, sino otras violencias que se produjeron como resultado, alimentadas por la práctica de la impunidad.

La práctica de la impunidad construida por el Poder Judicial en nuestro país resulta que, en los últimos 30 años, de los 1.468 casos de violencia contra trabajadores y trabajadoras del campo, apenas 117 fueron a juicio. Muchos de esos juicios llevaron a la absolución de mandantes y ejecutores de ese tipo de masacre, como la que ocurrió en Eldorado.

2) En el Abril Rojo, el MST busca organizar movilizaciones masivas. Sin embargo, este es el segundo año que se hacen acciones a distancia, debido a la pandemia. ¿Como se está organizando esta jornada en tiempos tan difíciles?

A lo largo de los años fueron varias las prácticas de impugnación, reivindicación e implementación de la Reforma Agraria. Ahora que estamos en un contexto de pandemia el MST tomó una decisión muy importante de defensa de la vida, y una de las formas de defender la vida es mantener el distanciamiento social e incorporar prácticas sanitarias, como el uso de la mascarilla y del alcohol en gel en el proceso de higienización y de aislamiento social. El movimiento asumió esa postura porque cree que la vida debe venir en primer lugar. Garantizando la vida tenemos posibilidad de garantizar la superación de tantos otros problemas que se imponen en ese contexto de la pandemia.

En función de eso, nuestra jornada de 2021 estará marcada por formas muy creativas de actuación. Es imposible dejar de rememorar el 17 de abril por todo lo que representa, entonces vamos a realizar actividades en los territorios, asentamientos y campamentos esparcidos por todo el país, en el ámbito de la articulación con movimientos populares urbanos y rurales. Vamos a realizar acciones ocupando lo que llamamos redes, hasta entonces espacios virtuales, como un espacio de articulación, de fortalecimiento de la mística y del encuentro de personas que creen en un proyecto de Reforma Agraria; que creen en un proyecto de desarrollo del campo, con la democratización de la tierra y la implementación de otras prácticas más allá del agronegocio.

Nuestra jornada va a tener lugar del 17 al 21 de abril, y yo llamaría la atención hacia tres actividades. La primera tiene que ver con la realización del 15º Campamento Nacional de la Juventud Sin Tierra Oziel Alves Pereira. Hay una vasta programación dirigida a la juventud, para recordar la masacre y la resistencia de los trabajadores y reafirmar el compromiso de continuidad de la lucha. La otra acción es el acto político virtual, que sucederá el 17 de abril a las 10h. Estaremos ocupando las redes en un acto virtual, también de carácter internacional, para cumplir esa tarea inédita de hacer memoria, reafirmar la vida y denunciar la total paralización de la Reforma Agraria en el contexto del gobierno Bolsonaro. Y el 21 de abril vamos a realizar las nuestras acciones vinculadas a la campaña de siembra de árboles y producción de alimentos saludables. La idea es que realicemos en nuestros territorios y en otros espacios esa siembra de árboles, tomando evidentemente todos los cuidados necesarios para cuidar de la vida y evitar la proliferación y el avance de la Covid-19.

Cabría resaltar también otro aspecto que planificamos para este 17 de abril, en el contexto de pandemia, que es dar continuidad a nuestra campaña de donación de alimentos para las personas que están en situación de mayor vulnerabilidad.

El 18 de abril vamos a realizar en todo el país acciones de donación de alimentos. Fueron esas acciones pensadas en la demarcación simbólica, ocupando las redes virtuales, pero también acciones concretas, como la donación de alimentos. Así vamos a marcar este 17 de abril de 2021.

3) ¿Usted considera que la pandemia puede cambiar, de alguna manera, como las personas miran las relaciones con el campo?

Esas acciones buscan fortalecer lo que creemos que es importante en un contexto de crisis del capital y en un contexto de pandemia. El modelo hegemónico en el campo brasileño, que es el agronegocio, no sirve para resolver los problemas concretos del pueblo brasileño, y eso pasa inclusive por el acceso a un precio justo a los alimentos. Es el esfuerzo que hemos hecho de que, si queremos pensar en un proyecto de desarrollo nacional en el que los trabajadores y trabajadoras estén incluidos, es necesario establecer un conjunto de reformas en nuestro país.

Pensar esas reformas significa pensar un proyecto de desarrollo para el campo que pase por la democratización del acceso a la tierra, hoy extremamente concentrada en el país. Una vez en manos de los y las campesinas, se requiere crear condiciones de apoyo para que esos trabajadores y trabajadoras puedan producir comida y no mercancías. En el agronegocio, el alimento es mercancía, es commodity que debe cumplir la tarea de alimentar al mercado internacional.

Los alimentos son bienes que deben estar al servicio del pueblo, y deben ser ofertados a las poblaciones que más los necesitan.

Creo profundamente que el gran esfuerzo en este contexto de pandemia es mostrar a la sociedad brasileña que es necesario tenerlos como aliados y avanzar en la implementación de una Reforma Agraria Popular, producir alimentos para suplir las necesidades de quien está en el campo y de quien está en la ciudad, trabajando y tratando de reproducir su existencia. Creo en nuestro esfuerzo de denunciar ese modelo del agronegocio y reafirmar la Reforma Agraria, la agricultura familiar como un modelo de desarrollo, que puede contribuir con la sociedad como un todo.

Donar alimentos, más allá de un gesto de solidaridad con quien está en situación más vulnerable, es también una forma de decir que la Reforma Agraria puede producir alimentos, puede abaratar el costo del precio de esos alimentos, y facilitar el acceso de aquellos que necesitan alimentarse todos los días con comida diversa y, sobre todo, saludable, sin venenos, como es la práctica implementada por el agronegocio. Esa es una posibilidad concreta de expresar a la sociedad que el campo tiene otras formas de resistencia, que van más allá de la lógica del agronegocio.

4) Brasil es uno de los países con los mayores índices de concentración de tierra del mundo y la desigualdad en el campo sólo ha empeorado desde el golpe de 2016. Hoy, ¿cuáles son los desafíos más urgentes colocados por la coyuntura en la lucha por la tierra en el país?

Desde 2016 nuestro país pasó por profundas y drásticas transformaciones ocasionadas por esa reformulación de la clase dominante, que impuso el impeachment de la presidenta Dilma y retomó con mucha fuerza una agenda neoliberal, ahora en la figura del actual presidente Jair Bolsonaro. Percibimos que el Estado, que debería asumir un papel de mediación, asumió un lado, y el lado del agronegocio. [Bolsonaro] considera que los campesinos, del MST, el movimiento sindical, las comunidades tradicionales como indígenas y quilombolas, son enemigos que representan el atraso. Entonces, uno de nuestros desafíos es mantenernos vivos y enteros ante un gobierno que de forma abierta cumple los intereses del agronegocio, del latifundio, y ha hecho un conjunto de acciones para deconstruir todo aquello que fuimos conquistando. Percibimos que ha ocurrido una flexibilización total de la agenda ambiental y agraria del país, para favorecer la apropiación ilegal de tierras, la deforestación y la violencia contra los pueblos del campo.

Hemos visto la negativa del gobierno de implementar políticas públicas dirigidas a los campesinos y a los pueblos tradicionales del país. Incluso en el contexto de la pandemia, en que presentamos un plan de emergencia que fue el Proyecto de Ley Assis de Carvalho para impulsar la producción de alimentos en la agricultura familiar, este gobierno simplemente se negó a aprobar y sancionar el proyecto que iba a contribuir decisivamente a mejorar la situación de vulnerabilidad de los sujetos que viven en las ciudades. La negativa de esa política pública para el desarrollo del campo, a partir de la Reforma Agraria y del reconocimiento de los territorios tradicionales amplió los desafíos.

5) 25 años después, ¿que cambió en el proceso de condena de los responsables por el asesinato de los 21 trabajadores en Eldorado dos Carajás (PA)?

Los procesos que se establecieron después de la Masacre de Eldorado do Carajás en esa lucha jurídica y política duraron exactamente diez años. Entre los juicios, anulación de sentencias y nuevos juicios. Son casi 20 mil páginas del proceso que marcó la historia del Poder Judicial brasileño por el número de personas que pasaron por el banquillo de los acusados: 155 policías militares estuvieron involucrados en aquella masacre.

El hecho es que los juicios sufrieron aquello que llamamos una construcción deliberada de la impunidad. No fue UN momento, fueron varios momentos que contribuyeron a instituir la impunidad y la absolución de todos los ejecutores y de quienes ordenaron la Masacre de Eldorado do Carajás, como la deconstrucción del escenario de la masacre; la retirada de los cuerpos realizada por los propios policías que horas antes habían matado a los trabajadores y trabajadoras; el intento de quitarle la responsabilidad al gobernador, al secretario de Seguridad Pública, que fueron quienes ordenaron esa acción desastrosa el 17 de abril, entre otros. Esa articulación política con el Poder Judicial sacó del proceso al [Gobernador de Pará] Almir Gabriel y al secretario de Seguridad Pública, Paulo Sergio Cabral, y el juicio también absolvió a los 143 policías involucrados. Hubo también la absolución por parte de los medios de comunicación, al absolver a los dos comandantes de la operación, el coronel Mario Colares Pantoja y el mayor José María Oliveira.

Solamente en un segundo juicio se estableció la condena de los dos comandantes, el coronel y el mayor fueron condenados a la pena máxima, inclusive por haber coordinado la acción, pero se mantuvo la decisión de absolver a los policías militares y de no incluir en el proceso al entonces gobernador Gabriel ni al secretario de Seguridad Pública. Después de la condena, tanto el coronel como el mayor tuvieron derecho a apelar la decisión en libertad. Ese proceso duró años, hasta que, en 2004, la decisión del Tribunal Superior fue mantener la condena de los dos y absolver a los policías. Tuvieron que ir a la cárcel, estuvieron poco tiempo, apelaron nuevamente y consiguieron una decisión de permanecer en casa, de cumplir prisión domiciliaria.

Actualmente el proceso está abierto en esas condiciones. El año pasado, en función de la Covid-19 el coronel Mario Colares Pantoja murió, y en años anteriores, tanto el secretario de Seguridad Pública como el exgobernador Almir Gabriel también fallecieron.

Nuestros campesinos dicen “hubo justicia divina, pero no hubo justicia en la tierra”, porque no hubo justicia entre los hombres, pues aquellos que ordenaron y aquellos que ejecutaron el crimen tuvieron el derecho de vivir más tiempo fuera de la cárcel que en ella.

Acabamos denunciando a los organismos internacionales ese comportamiento del Poder Judicial para beneficiar a quien ordena asesinar y a quien ejecuta trabajadores en el campo. Esperamos que esas injusticias, sobre otras bases, en poder de los organismos internacionales, nos puedan ayudar a hacer esa justicia tan soñada, en memoria de las y los trabajadores Sin Tierra.

*Editado por Solange Engelmann